«Pombulismo»

Artículo publicado en El Periódico de Aragón el día 5 de diciembre de 2018

https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/pombulismo_1328238.html

La próxima sesión de vídeo del Real Zaragoza debería destinarse al visionado de la película Ensayo de orquesta. Un magnífico mediometraje de Federico Fellini del año 1979. Deben verlo, a la vez, el consejo de administración, el cuerpo técnico y los jugadores del equipo maño. También es imprescindible, al final, celebrar un cinefórum como debate de reflexión aplicable a la situación del equipo. Como escueto resumen del filme les diré que se trata del relato del ensayo de una orquesta, a las órdenes de un estricto director, y en el que los músicos se centran en su propio protagonismo, sus envidias con las respectivas fobias y filias, y la importancia particular de su instrumento frente al desprecio de los demás en el conjunto de la orquesta. La situación se torna endiablada y la catástrofe común se intuye desde la ruptura de cada artista con el resto.

Un equipo de fútbol debe ser una orquesta. Y el éxito o es común o no será. Cuesta serlo y aprenderlo en el fútbol base. Y es una gestión compleja en el fútbol profesional. Un club puede ascender a primera división con magníficos jugadores y dinero o formando un gran bloque con fuerza de equipo. Los ascensos del Leganés, Eibar, Girona y Huesca son un ejemplo de este segundo criterio más cercano a la realidad que vive el Zaragoza. Estos clubes han funcionado como magníficas y conjuntadas orquestas. Hubo empatía entre sus directivas y aficiones (algo que no ha vivido nuestro equipo desde la presidencia de Alfonso Soláns padre). Estos equipos de ciudades modestas eran más bien una charanga que una sinfónica. Pero suena mejor una buena banda que una orquesta desorganizada. Hoy, Fellini, que reconoció la influencia de la caótica situación italiana de la época en su película, se vería representado por nuestro Real Zaragoza. Justificaba el desastre Lucas Alcaraz por el bloqueo mental de sus jugadores. Algo para lo que podríamos ofrecer soluciones desde la psicología. Pero no es suficiente con una sola causa como explicación de lo acaecido en La Romareda. Sabemos, e intuimos, que hay algo más. ¿Compromiso? ¿Calidad? ¿Idoneidad? Eso queda para los entendidos.

El comportamiento de Pombo, y la conversación difundida con los aficionados, es el síntoma del ensayo de la orquesta zaragocista a la que aludía Fellini. No es un problema de lo que dijo y cómo lo dijo. Es más, como socio y aficionado del equipo desde hace decenas de años, comparto desde mi pasión futbolística su gesto. Pero no puedo defender como profesional de la psicología deportiva su actitud. Con el cariño que recibe y que siente hacia el escudo y hacia la gente, el bueno de Pombo tuvo una actitud populista, pombulista si me permiten el juego de palabras. Su acción parte de la ventaja que da ser bien acogido, al menos por dar la cara, ante las decenas de aficionados que esperaban la salida de los jugadores. Y no era para darles el aguinaldo navideño. Pero si uno de nuestros mejores músicos se esfuerza, tiene talento y toca de maravilla el balón, no debe marcar diferencias con el resto de la orquesta por mucho que desafinen sus compañeros. Si no hay sinfonía el problema es común. Y no solo de jugadores y técnicos. No hablo de temas deportivos que no son mi especialidad. Pero desde mi ámbito profesional, que relaciona lo mental y lo deportivo, está claro que nuestro equipo necesita una terapia de grupo y, también, refuerzos individuales en la autoestima y en la capacidad de competición. La psicología deportiva no hace mejores a los jugadores. Pero sí es capaz de hacer mejores equipos partiendo del fortalecimiento conjunto y solidario de los valores individuales. Eso sí, los patrocinadores de la orquesta también necesitan apoyo desde otra faceta de nuestra profesión.

La psicología de las organizaciones demostró hace tiempo que las empresas que generan una mejor relación entre productividad y costes son aquellas en la que los empleados son parte y se sienten y son tratados como un pilar más de la propia empresa. Así, los beneficios y pérdidas de la misma son también los suyos. Un compromiso que conlleva empatía entre trabajadores, dirección y clientes. Algo que se lleva echando de menos demasiado tiempo en nuestro club. No basta con que los nuevos propietarios hayan salvado económicamente la herencia envenenada de la anterior dirección. El cariño de la afición al club no se ve correspondido, no solo por resultados, sino por empatía de la dirección con los socios. La Fundación 2032 no debe ejercer de Sheldon Cooper como insensible protagonista de este Big Bang futbolístico, en forma de agujero negro, que se cierne como amenaza sobre el futuro del Real Zaragoza. El fútbol es más. Mucho más. Pombo ofreció cariño a las personas que salimos disgustadas de La Romareda. Era un cariño equivocado porque agrandaba aún más el desamor y la fractura con el resto de la plantilla. Pero cuando las personas no se sienten correspondidas en su particular orquesta, buscan en desconocidos el amor que no les dan. Jorge Pombo, también.

José Mendi

Psicólogo y escritor

Condenados críos

Artículo publicado en http://www.solofutbolbase.es el día 18 de noviembre de 2018

https://www.solofutbolbase.es/condenados-crios/

(Este artículo está basado en hechos reales. El nombre de su protagonista, la edad y la categoría deportiva se han cambiado para proteger al futbolista, ya que la realidad y la Red no lo han podido hacer. Quiero agradecer a su madre que me transmitiera la información pertinente que me ha permitido ser consciente de este problema, y desarrollar este texto, para evitar que en el  futuro pueda sucederle lo mismo a nuestros hijos)

                Pedro Saputo ya ha alcanzado la mayoría de edad. Nació en los albores del nuevo milenio y, tras finalizar sus estudios de ESO, finalizó un grado de formación profesional y está en búsqueda de empleo. Acaban de comunicarle que no ha pasado el último filtro de una entrevista de trabajo. Tendrá que seguir esperando un salario más o menos digno en casa de sus padres desde la incomprensión de un nuevo fracaso. Lo que nunca sabrá este joven aragonés, al que me permito arrancar de nuestro acervo cultural para meterlo en este artículo, es que la culpa de su rechazo a la entrada laboral la tiene el fútbol. Nuestro personaje de ficción puede ser cualquiera de nuestros hijos que hoy juegan en cualquier club.

                Me van a permitir que hoy me ayude de mi experiencia como técnico de empleo en el ámbito de los recursos humanos para sumarla al de la psicología deportiva. Solemos aconsejar a las personas a las que ayudamos a encontrar trabajo que vigilen su actividad y efusividad en las redes sociales ya que, cada vez más, se trata de un aspecto que suelen tener en cuenta en el ámbito laboral las empresas para recabar datos que por otra parte solemos compartir alegremente en la Red. ¿Y qué tiene que ver esto con nuestro joven y actualizado Saputo? Todo. Lo van a comprender, y lo pueden comprobar, desde un punto de vista práctico si quieren en este mismo instante.

                Pedro Saputo estuvo jugando al fútbol desde los seis años y tuvo su correspondiente licencia federativa donde se desempeñó con dignidad en varias categorías de la Federación Aragonesa de Fútbol en diversas etapas formativas de este deporte. En la temporada 2009-2010 jugó en primera alevín. En uno de los partidos, y tras un discutible lance del juego, salieron de su inocente lengua, dirigiéndose al árbitro, expresiones que más bien eran propias de Linda Blair  interpretando a Regan, la niña de “El exorcista”. Como en aquella época todavía no se había implantado la figura del psicólogo en los clubes de fútbol base, la bronca se atribuyó a una confusión del  joven Pedro Saputo que, inconscientemente obnubilado, había confundido al juez de negro con el jesuita padre Lankester, uno de los encargados en la diabólica película del ritual purificador.

                Tras este lamentable episodio, ocurrido en el año 2009, a Saputo le cayó la correspondiente sanción federativa impuesta por el Comité de Competición y Disciplina Deportiva del Fútbol Base en su respectiva reunión del día de la fecha. Dicha resolución se puede visualizar, hoy mismo, en la correspondiente página web de la Federación, apartado de “Comité de Competición”, en lo referente a las “Actas y Acuerdos del Fútbol”.  Sólo que de aquello han pasado casi diez años y Saputo ya es mayor de edad, con otras ocupaciones y preocupaciones, tan importante o más que el fútbol, como es encontrar trabajo. Aquella justa, y cumplida, sanción se ha convertido en su pesada bola de presidiario de la que no puede despegarse nuestro protagonista. No hay martillo virtual en la “Red” capaz de romper con facilidad esa condena que le perseguirá de por vida. Tanto es así que al hacer una simple búsqueda en el dios de internet, “Google”, sale su nombre cual peligroso y lenguaraz delincuente. Así que en la empresa han decidido que, en igualdad de circunstancias ante tanta candidatura al puesto de trabajo, mejor contratar a otra persona más tranquilita no sea que Pedro sea un proyecto de peligroso y revolucionario líder sindical en el tajo o, en todo caso, pueda rememorar aquél fatídico fin de semana satánico en el fútbol y acabe rompiendo el buen ambiente que hoy hay en el curro.

                No sé si les parecerá exagerada o excesivamente apocalíptica la historia. Lo único que les digo es que esto ya está ocurriendo hoy. Hagan la prueba si quieren. Entren en la página web de la federación, busquen el nombre de su hijo o hija allí. Miren en los apartados que les señalaba sobre sanciones en el párrafo anterior y allí están o podrían estar, a la vista de todos, el historial de todas las penas impuesta, con sus protagonistas atrapados en la Red desde el año 2009. También pueden hacerlo en el famoso buscador norteamericano, que con tantos colorines suele abrir de inicio nuestro ordenador o teléfono móvil. Tal vez no se asombren tanto. O sí. En este sentido me permito una reflexión que, fundamentalmente, va dirigida a la Federación de Fútbol. Seguro que pasará también en otros deportes y en otros foros. Pero como aquí nos ocupa el fútbol base me centraré no sólo en la denuncia y en la reflexión sino también en algunas soluciones. Echo de menos que desde las estructuras federativas nos pidan opinión a personas y profesionales que vemos y vivimos este deporte desde otras perspectivas complementarias a la meramente reglamentaria. Ni más lejos ni más cerca de los pequeños futbolistas. Más bien a su lado y procurando que este deporte, y el aprendizaje que conlleva, mejore en todos sus aspectos. Seguro que es un objetivo compartido por los dirigentes federativos. Así que déjense ayudar y tomen en cuenta alguna de las propuestas que, siendo de su competencia, ayudarán al conjunto de la comunidad futbolística. Por ejemplo, creo que no costaría mucho que las sanciones impuestas se tramitaran y visualizaran en un ámbito más restringido intentando que “Mr. Google” no lo tuviera tan fácil. Es lógico que las resoluciones en este ámbito sancionador se comuniquen a los afectados y al resto de clubes de la misma competición para que puedan conocerlas y recurrir, en su caso, una alineación indebida. Pero creo que este procedimiento debería quedar restringido a la propia “intranet” de la federación, a la que sólo tienen acceso los propios clubes con sus debidas claves privadas. ¿De verdad tiene mucho interés en las categorías del fútbol base conocer semana a semana esas resoluciones y que se conserven públicamente más tiempo que el que obliga Hacienda a guardar nuestras facturas? Por ejemplo, es en ese ámbito más interno en el que se tramitan las licencias y sus correspondientes altas y bajas federativas además de muchos otros trámites específicos de los clubes y a la que, muy correctamente, no tenemos acceso el resto de los mortales por mucho que estemos implicados en el fútbol base. Vuelvo al ejemplo que suelo reiterar en algunos de mis artículos. ¿Se imaginan que las notas de nuestros hijos y los posibles castigos y sanciones se publicaran en la puerta del colegio para escarnio o envidia de todos? Yo veo las calificaciones de mi hijo en cada evaluación, las faltas de asistencia, o sus buenos o menos buenos comportamientos gracias a unas claves privadas que me ofrece el instituto de mi hijo y a la que sólo puede acceder cada familia o tutor de cada niño o niña. ¿Por qué en el fútbol es distinto? Imaginen aquel curso fatídico, aquella mala racha en los estudios producto de mil cambios, dentro y fuera del colegio, aquél maldito parte… y que todo eso nos persiguiera día y noche cada vez que teclearan nuestro nombre en la Red.

                El debate legal sobre esta materia da mucho de sí. Pero ni soy experto en la materia ni es la principal reflexión que pretendo suscitar. Le cedo el debate a mi amigo y compañero de colegio, y magnífico jurista, Manolo Guedea, dirigente de la Asociación Aragonesa de Derecho del Deporte. Lo que sí está claro es que existe una especial protección de los menores en lo referente a la publicidad de sus datos. Desde la entrada en vigor del nuevo Reglamento europeo el pasado mayo en materia de protección de datos, los menores podrían autorizar por sí solos el tratamiento de sus datos siempre y cuando tuvieran cumplidos los trece años. Por debajo de esa edad es imprescindible el beneplácito conjunto de ambos progenitores o del tutor o tutores  legales del mismo. En todo caso no estamos pidiendo que se elimine el expediente administrativo interno y privado de lo ocurrido en lo referente a cualquier proceso sancionador. No deja de ser historia perteneciente a los archivos de la propia Federación y sus comités. En este sentido resulta de especial interés la reciente sentencia del Tribunal Constitucional, el pasado verano, en el que resolvía una reclamación relativa al “olvido digital”. Un particular, adulto, peleaba porque unos hechos poco gratificantes (y por los que ya había cumplido la correspondiente pena) ocurridos en 1985 desaparecieran del historial de búsquedas digitales de un diario español. El tribunal ha sentenciado que el periódico no tiene por qué eliminar de su hemeroteca digital lo ocurrido, ya que tampoco se debe cambiar la realidad de la historia, pero sí obliga al diario a eliminar de sus buscadores el acceso a dicha información partiendo del nombre y apellido de su protagonista. Sin ser un experto en la materia creo que esta resolución judicial ofrece a la Federación un camino y una solución acorde con el caso que les detallo. En este maravilloso mundo del fútbol base debe imperar más el sentido común que la estricta legislación. No se trata de utilizar la famosa Agencia Española de Protección de Datos contra el propio fútbol y los niños, siempre que haya una utilización legítima y ética de la información e imágenes con las que disfrutamos cada día. Por nada del mundo me perdería las maravillosas instantáneas de Valentín Gutierrez Tejada, el trabajo profesional de Rubén Losada o disfrutar con las fotografías y reportajes de mi buen amigo Rafa García. Sin olvidar a decenas de hombres y mujeres, padres y madres habitualmente, que transmiten de forma anónima y desinteresada la convivencia y competencia deportiva cada fin de semana. Sin duda contribuyen a la socialización de nuestros hijos y perpetúan con imágenes una de las mejores etapas de la vida de ellos, con ellos y junto a ellos. Gracias.

                Y volviendo a mi disciplina en el seno de la psicología deportiva, lo que aquí les he relatado influye en el presente pero también en el futuro del desarrollo personal. No cuesta nada ayudar a mejorar todo lo que rodea a nuestro maravilloso fútbol. Más si se trata de hacerlo para colaborar en pequeñas medidas administrativas que a la postre suponen una gran mejora social a la que todos estamos obligados a contribuir. Demos  una oportunidad al perdón a través del olvido. Nuestros pequeños no se merecen una castigo eterno de por vida por un mal día en el fútbol. Aprendamos de los errores, ayudemos a corregirlos desde toda la comunidad deportiva. Un entrenador sabe que hay momentos en los que debe hacer un cambio para que un incidente en el césped no vaya a mayores. Un árbitro puede sugerir al banquillo ese cambio natural antes de que sea forzado por el color de una tarjeta. Un club debe formar para que todo lo anterior no llegue a ocurrir. Pero también la Federación puede ayudar para que, si al final ocurrió algo que no debía, no sea una pesada losa que convierta a un niño o niña en un condenado crío el resto de su vida y le dificulte su futuro en todas las facetas de su desarrollo. Todos juntos podemos y debemos enseñar, dentro y fuera del campo, para corregir y prevenir conductas poco deportivas. Pero como decía Borges: “Yo no hablo de venganzas y perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón” (Elogio de la sombra 1959).

José Mendi

                Psicólogo y Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD)

Einstein no juega al fútbol

Artículo publicado en http://www.solofutbolase.es el día 28 de octubre de 2018

https://www.solofutbolbase.es/einstein-no-juega-al-futbol-articulo-en-exclusiva-de-jose-mendi/

“La velocidad de la luz es constante. La de la vida no. La primera afirmación corresponde al genio, y Premio Nobel, Albert Einstein, que desarrolló la teoría de la relatividad. El ilustre físico alemán nos demostró que nada puede viajar más rápido que la luz en el universo. No se preocupen si, como yo, no entienden su famosa fórmula. De hecho el máximo galardón científico se lo dieron por sus investigaciones en el campo de la física teórica y su explicación del efecto fotoeléctrico y no por su transcendente ecuación. El científico encargado de evaluar su teoría de la relatividad tampoco la entendió y, pensando que pudiera ser errónea, hizo que Einstein se quedara sin el merecido premio por su labor más conocida y reconocida.

 El fútbol forma parte de la vida. Incluso para muchas personas, el fútbol no sólo es “su” vida sino que es “vida”. De hecho es más idónea esta afirmación que la referida a otro enunciado publicitario muy similar, que muchos de ustedes recordarán, y que alude a otra conducta importante, quizás no tanto, sobre una de las pulsiones más fuertes del ser humano. Evito repetir ese anuncio en prensa debido al volumen de menores que siguen esta página… A lo que vamos, que acabaré mezclando a Freud con el balón y en este caso me basta con desmontar a Einstein. La realidad de este deporte lo lleva haciendo con éxito desde hace tiempo. Es cierto que la velocidad en este caso ha ido acelerando este proceso en los últimos años. También se ha constatado que la rapidez del crecimiento en el fútbol es mayor al inicio del proceso que al final. Pero si se dan cuenta, se trata de un caso atípico en el desarrollo vital de las personas. Aprendemos a caminar y hablar, a trompicones, hasta que corremos y nos comunicamos. Vamos a la escuela y seguimos nuestros cursos correspondientes. Comenzamos por infantil, llega la ESO, un bachiller o grado, la Universidad, un ciclo formativo, quizás un doctorado o una especialidad laboral. Todo tiene sus etapas, sus aprendizajes y su maduración. Normal. Pero de repente llega el fútbol base. Nuestro chico o chica comienza con sus primeros pelotazos. Al principio es el balón quien persigue a los niños. Después la tribu de pequeños jugadores se adueña del esférico y un día, uno de ellos, emula al primate protagonista de “2001 una odisea del espacio”. Lanza al aire el esférico y, con el sonido de Richard Strauss de fondo, se transforma en un jugador capaz de competir. A partir de ahí no sabemos si este joven protagonista de la película de Kubrick nos llevará de la mano, a ritmo de vals, por el espacio maravilloso del deporte o terminará por ser el protagonista de otra de sus magníficas películas, “El resplandor”, viviendo al borde del terror como un psicópata del fútbol.

No me imagino a padres y madres pidiendo a sus profesores y colegios que adelanten de curso a su niño porque es especialmente bueno en los estudios. No concebimos que a nuestro pequeño, que está aprendiendo a tocar un instrumento, a pintar, a hablar otro idioma etc. le salten de curso por la presión de su familia para que termine antes dicha enseñanza. Nos interesa que aprenda. Y para eso es imprescindible ir avanzando etapas, madurar y crecer asimilando los contenidos adecuados a cada año. Todo esto que vemos tan normal… no lo es en el fútbol. Las urgencias, habitualmente familiares, y más ocasionalmente en clubes, hacen que los pequeños jugadores quemen etapas a una velocidad que no es la suya. Se puede, y se debe, aprender mucho de las categorías inferiores en el fútbol base. Ningún niño o niña ha fracasado,” a su edad, porque no haya jugado en las categorías “preferentes” o “de honor”. Primero porque no todos los chicos tienen una velocidad de aprendizaje similar. Segundo porque su crecimiento y madurez física, psicológica y social son muy distintos. Y tercero porque siempre será mejor subir despacio peldaño a peldaño, partido a partido, que subir mucho en un corto espacio de tiempo para caer enseguida. El fracaso de las expectativas, y la vuelta atrás con bajadas de categoría por inadaptación o falta de calidad, conlleva en muchos casos el abandono temprano del fútbol. Y esas metas nos las hemos puesto muchas veces los padres. Pero, al mismo tiempo, también “se” las hemos puesto a los hijos.

Respetemos los procesos de aprendizaje. Esos plazos son similares en todas las facetas de la vida. Es cierto que de vez en cuando sale algún “superdotado” capaz de comenzar una carrera a los 15 años con un cociente intelectual extraordinario. Son casos que requieren además de una especial atención desde el punto de vista educativo y psicológico. En el fútbol también existen. Se pueden llamar Messi o Ronaldo. Pero no es nada habitual. Si los datos y nuestra experiencia así lo demuestran ¿por qué nos empeñamos en tratar a la inmensa mayoría de pequeños futbolistas como grandes genios? ¿No somos conscientes de que si cortamos su proceso de aprendizaje les impediremos demostrar lo buenos que son? Es una garantía de doble fracaso. La suya, por no dejarles aprender y demostrarse a sí mismos lo que son y pueden llegar a ser, y la nuestra por no llegar a donde debían, según las propias ensoñaciones, en la élite del fútbol base.

Es cierto que la organización de las categorías federativas no contribuye a este aprendizaje pausado. La competición es, valga la redundancia, demasiado competitiva y no tan formativa como debiera ser. El diseño de dar dos años de crecimiento natural para que los futbolistas jueguen en tres categorías de benjamines y alevines y en cuatro de infantiles y cadetes hace que el ritmo de competición obligue a acelerar el escalafón, a la velocidad de la luz, a nuestras pequeñas estrellas. Y suele ser con el combustible de los padres. Son ellos los que presionan al club, cambian de equipo y rebuscan una categoría acorde con el talento del chico. Sin importar compañeros, amigos, cercanía y comodidad. Sólo el supuesto “prestigio” ¿o será el nuestro? Creo que sería mucho mejor establecer y quizás simplificar las categorías en función de las edades y no tanto de las supuestas “calidades”. Primer año, segundo año etc. Pero soy consciente de que el mundo, y más el del fútbol, no está diseñado así. Más bien quiere ver ya en la televisión partidos de menores luchando como jabatos en pos del éxito deportivo, económico y social. Asumamos que el triunfo de uno no es la derrota de todos los demás. Mozart a los cuatro años componía pequeñas obras musicales. Pero no veo frustración sino alegría y ganas de aprender en los pequeños músicos que llegan a la clase del conservatorio junto al club de fútbol en el que paso muchas horas. Si decimos que el fútbol es aprendizaje, además de diversión, tratémoslo como una enseñanza más. Con sus plazos, sus etapas, sus años buenos y no tan buenos. Deje aprender y crecer a su hijo. Deje enseñar a sus entrenadores. Déjese aconsejar por su club. Y, también, déjele no ascender todo lo que usted quisiera porque si sabe competir estará aprendiendo a subir él sólo. Mejor que llegue a ser un gran futbolista con su apoyo y el de su familia. Pero si en vez de ser un gran compositor, su hijo, sencillamente, disfruta con la música de la orquesta, seguro que será una gran persona.”

José Mendi

Psicólogo y Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD)

La SAPD desarrolla un programa de intervención psicológica con el Gobierno de Aragón en las Aulas de Tecnificación Deportiva

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Este programa se implantó con carácter experimental en el IES Goya de Zaragoza en el curso escolar 2016/2017  y se ha consolidado con la oferta de 27 plazas escolares para este curso 2017/2018 y con su su regulación normativa.

El pasado año participaron un total de 16 alumnos aragoneses en el primer programa piloto de tecnificación deportiva cualificada que el Gobierno de Aragón ha impulsado desde el Departamento de Educación, Cultura y Deporte y que forma parte del Plan de Tecnificación Deportiva de Aragón. Este programa se ha implantado con carácter experimental durante el curso escolar 2016/2017 en el Instituto de Educación Secundaria Goya de Zaragoza y en colaboración con las federaciones deportivas aragonesas de natación, tenis y gimnasia y los clubes deportivos Stadium Casablanca y EM El Olivar.

Gracias al Convenio suscrito entre el Gobierno de Aragón y la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD), y durante este curso, realizamos una serie de intervenciones que hemos programado con el alumnado y que se desarrollan a lo largo del segundo y tercer trimestre.  Están dirigidas por los psicólogos Laura Cortés y José Mendi en coordinación con el profesorado y tutora del IES Goya así como con la Dirección General del Deporte del Gobierno de Aragón.

En el transcurso de este programa de trabajo, del que que han sido debidamente informados tanto los alumnos como padres y tutores de los niños, se van a abordar diversos temas que van encaminados a fortalecer, desde la psicología, el desarrollo y la integración de la educación y el deporte para conseguir los mejores resultados en ambas disciplinas conjuntamente. Con esta colaboración se facilita una mejor comprensión y rendimiento de las aulas de tecnificación deportiva tanto desde el punto de vista individual como colectivo.

Estrellas fugaces

Artículo publicado en http://www.solofutbolbase.es/estrellas-fugaces/ el día 4 de febrero de 2018

 

Nos complace sobremanera, volver a contar con un gran artículo de José Francisco Mendi, Presidente de la Asociación Aragonesa de Psicología Deportiva, que como siempre, ha aceptado a colaborar con ésta casa, y a quien agradecemos enormemente sus interesantes puntos de vista

                          ESTRELLAS FUGACES

      Aragón es la comunidad autónoma que posee más licencias federativas de fútbol en proporción a su población con respecto al resto de España. La mayoría se centran en los tramos de edad que van desde la categoría benjamín a juvenil. Una buena noticia tanto para el deporte como para los deportistas. Pero si analizamos la tendencia y la relación entre edad y futbolistas nos encontramos con otro dato igual de contundente pero menos positivo que el anterior: el terrible índice de abandono en la práctica del fútbol. Sin duda el tramo más crítico por edad se encuentra a caballo de la etapa cadete y juvenil. Entre los 15 y los 18 años ya se han producido la mayoría de abandonos. Es un momento clave para el deportista y la persona que hasta ese momento han crecido juntos. Comienzan a separarse esos caminos y muchos optan por el abandono de los hábitos deportivos olvidando la consolidación de los mismos como adultos. Con ese alejamiento del fútbol perdemos una oportunidad única para disfrutar de una alternativa sana al “botellón” y similares. Las tensiones del crecimiento en todas las facetas se derivan más a opciones poco educativas tras perder esa conexión con la competición y el entrenamiento. Llega el temido momento en el que los jugadores consideran que es incompatible su diversión con el deporte cerrándose así el círculo de un fracaso anunciado. En ese instante ya estamos inmersos en un auténtico “agujero negro” de jóvenes y prometedores futbolistas que desaparecen sigilosamente sin que nunca más se sepa de ellos en un terreno de juego.

            Debemos ser conscientes de la importancia en estas edades de la práctica deportiva para fomentar una estabilidad en el desarrollo personal y social. Es la mejor, y más barata, alternativa para compaginar estudios, familia, hormonas y problemas sociales en un entorno al que ya se asoma la necesidad laboral y económica. Por eso resulta sorprendente que la sociedad en general, y las administraciones públicas en particular, se estrujen las ideas y los presupuestos en buscar alternativas saludables hacia la juventud cuando la más importante está en su mano y se desaprovecha con pasividad. Algo estamos haciendo mal para convertir un éxito de participación en un fracaso personal, social y deportivo de forma tan vertiginosa.

            Veamos algunas variables que hemos analizado, que pueden explicar lo ocurrido y que nos dan pistas sobre las soluciones que podemos aportar.Hay una excesiva separación entre el modelo educativo y el deportivo. Colegio o instituto y fútbol no están relacionados. El fútbol sala es el único sustitutivo que pueden desarrollar como actividad extraescolar la mayoría de centros educativos. Muy pocos colegios, ninguno público, disponen de campo de hierba constituyendo así una escasa minoría. Esta distancia entre deporte y educación se traduce en la colisión de socialización entre sus protagonistas. Lo que debería ser una riqueza en la diversidad se convierte muchas veces en un problema si no sabemos gestionar ambos terrenos.

1- El fútbol es caro y por lo tanto selectivo. Ese esfuerzo familiar va perdiendo interés con los años y no se percibe en el hogar como una inversión a través del aprendizaje de un deporte sino como un gasto más en el que perdemos interés los adultos ya que ni siquiera acompañamos a nuestro niño al club cuando se hace más alto que nosotros….

2-Si no triunfas en el fútbol a los 16 años ya no lo harás. El modelo socioeconómico de este deporte nos repite hasta la insistencia que las grandes estrellas ya comenzaban a serlo en su más tierna infancia. Las expectativas de mayores y pequeños, reforzadas cada día desde todos los medios de comunicación, se rigen por los parámetros que vemos en la televisión: la joven promesa, habitualmente de origen humilde, que llega al fútbol para ser un astro resplandeciente del deporte rey, insultántemente rico y poderoso. Conclusión: ¿y yo por qué no?… En esa disyuntiva no hay hueco para el jugador de fútbol. Sólo para el triunfador.

3-La falta de motivación. Me aburro nos dicen estos jóvenes futbolistas cuando están a punto de abandonar. Les da pereza ir a entrenar, no les motiva competir y las lesiones son reiteradas fruto de una mala preparación física y menos entrenamientos. De esa ecuación psicológica en el fútbol nace el fracaso. Incentivar la participación en el deporte debería ser igual de importante que la lucha contra el fracaso escolar. Es más el rendimiento en los estudios al finalizar la ESO camino del bachillerato debería tener en cuenta la actividad deportiva y viceversa. En este terreno debemos agradecer los pasos que se van dando para acompasar el rendimiento de los deportistas con sus estudios. El gobierno de Aragón acaba de publicar la orden para conciliar estudios y deporte de alto nivel. Ese es el camino para explorar y exportar a otros deportes como el fútbol una conciliación que sirva de motivación y recompensa. Estoy convencido de que el sistema educativo y la sociedad en general saldría beneficiada si se valorara dentro del ámbito escolar la práctica de otras actividades sean deportivas, culturales y sociales. Eso requiere, por supuesto, un modelo integrado de educación y deporte pero también el acceso en condiciones de igualdad a la práctica de disciplinas como el fútbol (y otras de toda índole) con una política de colaboración de la administración pública con el deporte. Sería la mejor campaña de prevención y educación de la juventud frente a conductas violentas o que atentan a la salud y que tanto nos cuestan en recursos, en prevención y en persecución y castigo.

Los factores que observamos los psicólogos están mas que analizados y los vivimos día a día en los campos de fútbol. Los jugadores llegan a una edad difícil. Los estudios se complican. En casa nos dan más problemas a los mayores. Estamos muy ocupados para irlos a ver y animarlos cuando pierden porque ya no los vemos como nuestros “pequeños”. Ellos se fijan más en otras visitas espontáneas en la grada con quienes cruzan miradas furtivas. Los problemas llegan por igual a chicos y chicas. A pesar del gran avance en los últimos años todavía es muy difícil para una chica jugar y competir en fútbol. Por cierto un elemento clave para luchar contra el abandono deportivo y fomentar este deporte. Las chicas pueden jugar en infantil con chicos en equipos que pueden ser mixtos pero luego son expulsadas de su equipo por imperativo legal. También aquí está haciendo esfuerzos el ayuntamiento de Zaragoza para fomentar en los clubes que disfrutan las instalaciones municipales el nacimiento de nuevos equipos de fútbol femenino.

Todas estas experiencias y dudas para seguir jugando a estas edades me las cuentan con naturalidad los jóvenes futbolistas y el diagnóstico profesional es sencillo. No tanto las soluciones para las que nos siguen faltando medios e implicación común. La administración pública, las federaciones, los clubes, las familias…Podríamos hablar de muchas variables. A veces cada jugador puede ser una de ellas con sus particularidades. Y ese debe ser uno de nuestros principales objetivos como psicólogos del deporte. Que nuestros jóvenes jugadores se sientan queridos por el fútbol. Pero para ello el fútbol también los tiene que querer por lo que son y no por lo que puedan llegar a ser que, salvo contadas ocasiones, no lo serán. Si los sabemos cuidar nuestros hijos siempre serán unas estrellas de la vida, pero si nos equivocamos sólo tendremos el bonito recuerdo de una estrella fugaz de este precioso deporte. El fútbol es un deporte de equipo que no se ilumina con estrellas sino gracias a la suma de los focos coordinados de los futbolistas que desde sus diferentes posiciones apuntan hacia un objetivo común.

José Francisco Mendi

Psicólogo

Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD)

Salgan del campo y disfruten

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http://www.solofutbolbase.es/salgan-del-campo-distruten/

SALGAN DEL CAMPO Y DISFRUTEN

 

                El genial Johan Cruyff dijo en realidad: “salgan al campo y disfruten”. Y este debería ser el lema de nuestro fútbol base. Acuñó esta frase para animar a sus jugadores en el decisivo momento de salir al terreno de juego. Lo señalaba para que, al sentir el césped bajo sus botas, todo el equipo fuera consciente de que este maravilloso deporte es un continuo que conjuga técnica y pasión, contagiando de forma permeable a jugadores y público.

                Sabemos cuándo comienza y termina un partido. Conocemos el calendario de liga y su fecha de finalización. Pero el fútbol no tiene límites cuando se vive con emoción desde dentro, bien como jugador, entrenador, directiva, árbitro o espectador, sea familiar o no del futbolista. En consecuencia la aseveración de Einstein sobre el Universo es pertinente a este deporte: el fútbol puede ser finito pero ilimitado. Este concepto global adquiere su verdadero valor en las categorías base. Comienza siendo un juego en su definición de diversión en una bonita aventura que no va más allá de los 5-6 años. A partir de esa edad la competición entra en valor. No es algo que debamos rehuir si lo sabemos adaptar al propio crecimiento de los niños. Van a aprender, compitiendo, como en el colegio. Estudiando un poco más cada día en el tramo final de la enseñanza primaria. No compiten en el colegio para saber más que sus compañeros. Compiten contra las horas de juego y diversión que les restamos, por su bien, los adultos en favor de una formación fundamental para su desarrollo. La competición se extiende contra el tiempo que comparten con su familia y amigos. Un intervalo que se minora cada año de crecimiento y al que acecha una fase de tensión, centrífuga y centrípeta, respecto al entorno más cercano y que no se resolverá hasta la adolescencia. Llegamos aquí a esa ruptura que afrontamos con prontitud en Aragón. La transición del “fútbol 8” a la estepa del fútbol en campo “grande”. Toda una metáfora de realidad vital que reciben nuestros pequeños jugadores a eso de los 10 años. En esa transición ya saben lo que es competir. Que no es saber ganar ni saber perder. Competir es poner en práctica lo que hemos aprendido en los entrenamientos y desarrollarlo correctamente con nuestro esfuerzo sin que ello esté vinculado al resultado. Casi nada. Y a partir de ahí el fútbol base tiene decisiones crueles. En aras a la competitividad se separan grupos de amigos porque su nivel de crecimiento no es equitativo. Los conflictos en el seno de los clubes y de los padres y madres, entre sí y el cuerpo técnico y directivo, llevan a muchos a deambular futbolísticamente como catadores de césped artificial y coleccionistas de escudos. Se produce también una fractura deportivo-social ya que las chicas no van a poder compartir equipos con los chicos una vez que finalizan la etapa infantil. El número de cambios y las convocatorias se irán restringiendo con la edad. Los horarios y los desplazamientos se complican. Finalmente, los estudios y el deporte comienzan a tener agendas y prioridades diferentes que suelen terminar, erróneamente, por castigar el aprendizaje del fútbol como falso bálsamo para recuperar las buenas notas. También irrumpe el sustrato hormonal y el cariño cambia de objetivo con miradas furtivas hacia la banda. Vamos, toda una vida y hemos llegado a los 14 años. Más allá se vislumbran categorías cadetes y juveniles. Son otros mundos que, perteneciendo a la galaxia del fútbol, se introducen en el espacio interestelar del crecimiento donde cambian hasta las leyes fundamentales del comportamiento humano. Todo eso queda tan alejado de nuestros actuales niños que es algo que los radiotelescopios de padres y madres apenas pueden intuir.

                Al comenzar esta nueva temporada tengamos en cuenta esa perspectiva temporal por etapas de crecimiento y aprendizaje. De todas y todos. Pensemos en los objetivos deportivos y personales. Es básico que haya una puesta en común entre el cuerpo técnico, el club y los padres, madres y tutores para que en conjunto sepamos el verdadero horizonte del equipo en el que juega nuestro niño o niña. Los conflictos en el fútbol base comienzan cuando las expectativas chocan entre sí. Ya sabemos que nuestro pequeño es el mejor. ¿Pero nos importa que crezca como persona, íntegramente, sabiendo que lo somos en cuanto nos socializamos? ¿Queremos que aprenda y comparta o que gane y se luzca por si algún buscador de perlas cae cerca? Si pasamos de ser su familia a sus entrenadores, obviando e interfiriendo las indicaciones de su técnico, sólo cortocircuitaremos su desarrollo. ¿Acaso discutimos públicamente en el colegio los métodos de sus profesores en plena clase? No olvidemos que cuando entrenan están en clase de fútbol y su maestro-entrenador se merece el mismo respeto que los enseñantes del colegio. Tampoco confundamos interés con presión. Si agobiamos al niño con preguntas antes o después del partido, que transforman una legítima empatía en una fuente de información privilegiada para nosotros, invadiremos su necesaria autonomía como jugador y como persona. Esté a su lado, no delante ni detrás.

Tenemos más que aprender los adultos de la convivencia en el fútbol base que los protagonistas. A estas edades los problemas surgen más allá de la línea de cal y no dentro del terreno de juego. El equilibrio de lo que llamo el “modelo de las cuatro C”, colegio, calle, club y casa, es fundamental en esta etapa de desarrollo. De la integración de estos factores depende el éxito de su hijo. No de su futbolista. Y espero que nos ocupe más lo primero que lo segundo. Dicho esto, la responsabilidad de que aprendan y disfruten nos compete a todos. Los clubes deben mirar más por su labor social que por un modelo de negocio que sigue moviendo (no dando) mucho dinero. Los árbitros son jueces pero también educadores, armados de paciencia, que pueden y deben enseñar en positivo en unas edades en las que las únicas tarjetas que tendríamos que ver son las todavía inexistentes verdes en Aragón para premiar los buenos comportamientos. La Federación también podría ayudar con sus normas a un juego más limpio y deportivo. Cito sólo una propuesta. Para dilucidar un empate en la clasificación se debería premiar al equipo con menos tarjetas antes que los goles metidos o encajados. En cuanto a los entrenadores, son maestros y no ejecutivos por objetivos bajo el yugo de la clasificación. Y cada niño y niña es un mundo. Con su profesionalidad, dedicación y cariño van a pasar muchas horas con nuestros hijos. En nuestra función de psicólogos deportivos entra también la tarea fundamental de engrasar esta máquina compleja. Ayudando profesionalmente a todos los actores de este maravilloso mundo para enseñarles a ser más felices con independencia de las cualidades de cada uno. Una labor que se impone y valora más cada día. Y llegamos al público más complicado: padres, madres, abuelos, tutores y demás familia que tanto hacen para que sus hijos aprendan. Horas de espera. Madrugones de fin de semana. Frío, cierzo, ánimo, consuelo y felicitación. Por ellos ¿verdad? Para ellos. Esa es la mejor satisfacción…para nosotros.

Comienza una nueva temporada llena de ilusiones y temores. El fútbol nos va a permitir pasar muchas horas con nuestros hijos e hijas compartiendo un interés común, objetivos y muchas esperanzas. Estamos ante una de las últimas oportunidades como adultos para crear y fortalecer relaciones con ellos al margen de su entorno más cercano del que poco a poco nos van, nos vamos a ir alejando de forma natural. El fútbol se puede convertir también en un gran punto de encuentro familiar para acercar lazos entre padres y madres que ya no compartan una relación de pareja. No dejen el fútbol sólo como una obligación exclusiva de una parte. Aunque vayan a ver a su hijo desde diferentes lados del campo lo importante es que las miradas confluyan en lo más importante, el niño, la niña.

Hagamos entre todos más amplia y satisfactoria la frase de Cruyff. Salgan del campo y disfruten de ellos. Pero sobre todo, con ellos.

José Mendi

 Psicólogo y Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD)

 

Esto también es fútbol

http://alacarta.aragontelevision.es/programas/unidad-movil/

Programa emitido en Aragón Televisión el día 29 de septiembre de 2017 y que incluye una entrevista al presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva en relación con el fútbol base y el papel de la psicología en los campos de fútbol.

Unidad Móvil analiza la importancia social y económica del fútbol base y amateur en Aragón. Según el Consejo Superior de Deportes, Aragón es la comunidad autónoma más futbolera de España. Nuestra comunidad ocupa el primer lugar con casi 3200 federados por cada 100.000 habitantes. Solo en fútbol base, unos 20000 niños y jóvenes practican el deporte rey en los distintos clubes repartidos por la comunidad. El programa profundiza en todos los aspectos relacionados con esta práctica en Aragón.

LA VIOLENCIA EN EL FÚTBOL BASE SE ANALIZARÁ EN LAS CORTES DE ARAGÓN

El próximo martes comparecerá en la Comisión de Comparecencias y Peticiones Ciudadanas una representación de la SAPD

(Zaragoza, 28 de mayo de 2017) El próximo martes día 30 de mayo a las 10 de la mañana comparecerán en la Comisión de Comparecencias y Peticiones Ciudadanas la vicepresidenta de este colectivo, Laura Cortés y el presidente de la SAPD, José Mendi. Esta Sociedad agrupa a profesionales de la psicología que se dedican, estudian y trabajan en el ámbito del deporte. La agenda parlamentaria ya recoge esta cita  en su página web

http://www.cortesaragon.es/Del-dia.352.0.html?&no_cache=1&tx_caagenda_pi1%5Bfecha%5D=30_05_2017

Para la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD) viene siendo objeto de preocupación creciente la proliferación de comportamientos y actitudes violentas en el ámbito del deporte que, además de causar la consabida alarma social, suscitan un debate sobre la adecuada actuación de las diversas administraciones responsables en la prevención de estas y otras conductas desadaptativas que se vienen observando en el desarrollo del deporte y, en particular, en el deporte base y de iniciación en edades muy tempranas que oscilan entre los 6 y los 14 años que afectan fundamentalmente al fútbol de una forma mayoritaria. Frente a estas conductas es necesario articular e impulsar medidas en los ámbitos educativos, sociales y culturales que ayuden a prevenir estos comportamientos que van en contra de los valores que debería promover el propio deporte. En este sentido, desde el ámbito de la psicología deportiva, consideramos que el colectivo de profesionales que desarrollamos nuestra labor en diversos clubes y entidades deportivas podemos contribuir a exponer los aspectos más problemáticos que estamos observando al respecto así como las medidas que estamos impulsando para la corrección de este tipo de conductas. Por otra parte consideramos que la aportación de la psicología profesional al respecto es muy recomendable en función del próximo debate en el parlamento de la nueva ley del deporte de Aragón que debe actuar como elemento legislativo fundamental para hacer frente a comportamientos violentos como los que hemos sufrido en los últimos meses en Aragón.

Del mismo modo además de analizar algunos elementos que observamos en el desarrollo de nuestra labor profesional y preventiva y sobre los que deben actuar de inmediato las diversas administraciones implicadas, como son no sólo comportamientos violentos sino otros elementos que agravan el problema como son el alcohol, las apuestas y una competitividad mal entendida. Todo ello está contribuyendo a “normalizar” actuaciones de violencia que se dan, al menos en el fútbol base, en la práctica mayoría de competiciones y edades en porcentajes superiores al 90% de partidos disputados. Estas conductas violentas afectan fundamentalmente al estamento arbitral, pero también a otros adultos ya sean entrenadores, directivos  y familiares de los propios jugadores que son quienes sufren la violencia que observan en el desarrollo de este deporte.

No hay que olvidar que el deporte base y el concreto el fútbol provoca la mayor movilización cotidiana en nuestra sociedad cada fin de semana. De ahí que analizar las causas y sobre todo promover algunas soluciones y medidas concretas por todas las administraciones implicadas es urgente y necesario para cortar de raíz la violencia en el deporte a estas edades escolares y en particular en el fútbol.

Ofrezco niño, bueno y barato

Artículo publicado en http://www.solofutbolbase.es

Un trastorno, poco habitual, que analizamos en psicología es el denominado como “doctor shopping”.

Se trata de una acepción coloquial, importada de Gran Bretaña, que hace alusión a un tipo de paciente que nunca está satisfecho con el diagnóstico que hacemos los psicólogos (o médicos) y, en consecuencia, acaba cambiando reiteradamente de profesional hasta que encuentre alguien que “de verdad le comprenda” y garantice la existencia o gravedad de un problema o enfermedad.

 Pero el verdadero problema es que, por muchas pruebas que se haya hecho nuestro paciente, siempre se descarta una patología ya que, de existir, es psicológica y persigue únicamente asegurar y manifestar a su entorno dicha “enfermedad” bien para recabar una atención o como victimización a través de esta somatización.

 Y me dirán, con razón, ¿qué tiene que ver esto con el fútbol? Más de lo que nos parece.

 Al finalizar las competiciones del fútbol base se suceden, año tras año, una serie de movimientos ansiosos que afectan a todos los estamentos de este deporte. A las estructuras directivas de los clubes, a los entrenadores y, por supuesto, a los niños y sus padres. O a los padres y sus niños. La mezcla de deporte con un exceso de competitividad mal entendida y aderezada a su vez con un modelo de negocio que mueve (no que dé) mucho dinero es un compuesto peligroso.

Nos movemos en un escenario de escasa estabilidad deportiva y económica. El voluntariado se confunde con la precariedad y son escasos los ejemplos de regularidad en cualquiera de los estamentos del fútbol base.

Si todos estos factores ya son de por sí complejos, la ansiedad de los padres por ver a sus chicos en los mejores clubes y en las más nobles categorías dificultan aún más el aprendizaje de los niños. Por eso, cuando me hacen la pregunta ¿debo cambiar a mi hijo de club?. Año tras año siempre respondo lo mismo: como norma no.

Creo que suelo ser convincente con los mismos argumentos del fútbol. Los campos de fútbol base rebosan de “ojeadores” dispuestos a encontrar una “pepita de oro futbolística” entre el río revuelto de centenares de jugadores. Si su hijo es muy bueno, que seguro que lo es, alguien entendido lo verá juegue donde juegue. Así que pensemos más en el niño y menos en nosotros. Un chico o chica que juegue al fútbol base debería hacerlo en un equipo que esté cerca de su casa o de su colegio o de ambos. Debería jugar con sus amigos aunque a estas edades es muy fácil hacer amigos detrás de un balón. De ahí que, antes de tomar una decisión que sólo está justificada en nuestro “ego” de padres, debamos pensar más en ellos que en nosotros, es decir juntos.

Nos podemos sentir atraídos por un entrenador de renombre, por una camiseta de prestigio o por una prometedora carrera que solo existe en nuestro corazón. Pero no nos engañemos. Meditemos un momento lo que nos va a costar llevar a nuestros hijos a entrenar y jugar. Las horas y el dinero que vamos a destinar a esos viajes y que lo vamos a detraer de esa convivencia, del estudio y a veces de sus otros amigos.

 Pensemos que cuando vamos o nos vamos de un club porque está o deja de estar determinada persona (sean directivos, entrenadores u otros padres) resulta que a la vuelta del verano, en septiembre, todo ha cambiado en este mundo tan etéreo del fútbol y al inicio de los entrenamientos con nuestro equipo ya nada es lo mismo respecto a nuestras expectativas. Así que hagamos sólo nuestros planes que son los de los chicos. Seguro que unas temporadas tienen mejores entrenadores que otras, mejores o peores directivos y ¿por qué no? mejores o peores compañeros de equipo que les harán sufrir o gozar con el balón compartiendo padres y madres, más o menos simpáticos, que llegarán a ser unos amigos encantadores fuera del fútbol o insufribles componentes del grupo de WhatsApp. Todo eso y más.

No muy diferente a lo que ocurre en nuestra comunidad de vecinos o en nuestro trabajo, donde compartimos un proyecto común en el que nuestras vidas, la de nuestra familia e hijos, es lo más importante. Vuelvo a poner un ejemplo que reitero en esas dudas que me asaltan como psicólogo deportivo en un club de fútbol. Esta nueva temporada vamos a compartir parte de nuestra vida en un piso de estudiantes que es el equipo donde va a jugar nuestro hijo. No estamos obligados a pensar lo mismo ni a ser amigos para siempre. Pero sí queremos que nuestros hijos estén en buenas manos y aprendan un deporte maravilloso que, además, nos apasiona a muchos mayores.

Pero no olvidemos que los protagonistas son ellos y no nosotros. Y al igual que cuando crezcan no querrán que les digamos lo que deben estudiar o de quién deben enamorarse ahora tampoco debemos inmiscuirnos en su desarrollo personal y deportivo. Sencillamente ayudémosles haciendo que su aprendizaje sea cómodo y correcto. Cuidado con los cantos de esas sirenas futbolísticas que nos prometen una vida deportiva llena de éxitos en otros clubes.

Algunos nos pueden utilizar como cebos para atraer a otros niños que sí son los que interesan. Otros ofrecen un “pack” completo de jugadores que van de la mano de un “entrenador” con pulsera de “todas las posiciones incluidas” que utilizan al grupo y la amistad irrompible para el camión de mudanza de club a club. Será tan efímera como útil y en un año ese niño habrá perdido tiempo, amigos y, lo que es más importante, la ilusión. Lógicamente la norma tolera algunas excepciones, ya que si un niño no es feliz lo más seguro es que no lo sea, no porque no esté en el club y la categoría que desea, sino porque no juega al fútbol y, por lo tanto, no aprende.

Afortunadamente la preparación profesional de los entrenadores y cuerpo técnico ha ido evolucionando a mejor. La próxima ley del deporte de Aragón regulará algunos de estos aspectos y las condiciones que deben reunir tanto entrenadores como cuerpo técnico. También la mayor presencia de la psicología deportiva en esta disciplina nos ayuda a conjugar los criterios deportivos con los del crecimiento personal para que la mentalidad de un niño crezca con el fútbol y no sólo aprenda fútbol. Es un deporte apasionante en un ambiente que requiere sensatez y tranquilidad.

Los padres y madres no debemos ser agentes ni vendedores de niños buenos, bonitos y baratos. Dejemos eso a los profesionales. Nosotros vamos a darle importancia a los protagonistas, que no son las camisetas, los clubes, los entrenadores ni los directivos. Tampoco los otros padres y madres. Ni siquiera el resto de niños.

Así que, de cara a la próxima temporada, en lugar de ofrecer  ya a su magnífico jugador en “oferta” al mejor postor o impostor piense un momento en su hijo. Y sólo en él.

Un día se lo agradecerá.

José Francisco Mendi

Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD)

La reproducción total o parcial de éste artículo deberá contar con al autorización expresa de su autor, además de citar el medio donde ha sido publicado

Fútbol ¿pasión con razón?

PORTADASOLOFUTBOLBASE

Artículo publicado en http://www.solofutbolbase.es el día 26 de marzo de 2017

http://www.solofutbolbase.es/futbol-pasion-razon/

Esta semana, publicamos con orgullo en nuestr editorial el magnífico artículo de José Mendi.- Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD), en referencia a los últimos incidentes de violencia en campos de fútbol base, en exclusiva para SOLOFUTBOLBASE.

Fulgencio asistió el pasado mes de enero a un concierto de música clásica en el auditorio de Zaragoza. No es un especialista ni mucho menos. Pero los acordes de esta orquesta, que poco se suelen ver y escuchar en nuestra ciudad, merecieron ese gasto extra para disfrutar de tan exquisitas piezas artísticas. Disfrutó a pesar de que los ecos del invierno le recordaron una ligera tos que consiguió retener, no sin esfuerzo, hasta que los músicos detenían su frenética actividad. La semana pasada fue al cine y salió encantado de la vitalidad y el optimismo que transmitía la premiada “La La Land”. Dentro de la sala comentaba algunas escenas en voz baja con su esposa mientras ambos compartían una generosa bolsa de palomitas que se hacía eco del ruido de otros recipientes, devorados a su vez, en las cercanías con la misma avidez. Hoy sábado nuestro protagonista acude a ver el partido de su hijo pequeño. Juega en un club de fútbol base en donde ya se desenvuelve con soltura a pesar de su temprana edad. Fulgencio es un apasionado del fútbol y de su hijo. De su hijo y del fútbol. Cuando comienza el partido está inquieto por saber cuántos minutos jugará su hijo. Es consciente de que el entrenador no sabe todavía lo bueno que es su pequeño. Es normal -se dice- es un “míster” al que le falta nivel. Al menos lo han convocado ¡faltaría más! Cuando comienza el partido Fulgencio no comparte algunas decisiones arbitrales. Desde la esquina alejada en la que se sitúa para dar mejor las “indicaciones” a su chico “ha visto perfectamente” que el gol del equipo contrario era un evidente “fuera de juego”. Grita fuera de sí y comienza a insultar al árbitro. Algún otro “Fulgencio” del equipo contrario le responde y le increpa. Discuten, se amenazan, ¿se pegan? Los niños y la gran mayoría de adultos por supuesto educados y civilizados, que les rodean, asisten asombrados al drama.

                Fulgencio no existe. ¿O sí? Es un personaje de mi novela “El apalabrista” (Ed.1001 Ediciones.-2016) que me sirve de ejemplo para describir lo que ocurre de forma habitual en los campos de fútbol base de nuestro país. De vez en cuando una agresión brutal, que es grabada en un móvil cualquiera, nos recuerda que el salvajismo acecha en este noble deporte. La vimos con un árbitro en Zaragoza, la vemos en los recientes sucesos de Mallorca… ¿Y lo que no vemos? Mejor dicho, lo que vemos y escuchamos de forma habitual cada fin de semana sin que, afortunadamente, la cosa vaya a mayores. También es violencia. Es una violencia tan “normal” que ni siquiera somos capaces de catalogarla así. Salvo que sea tan estridente como lo ocurrido en las Islas Baleares. Pues bien, Fulgencio es el mismo cuando se comporta de forma tan exquisita escuchando música clásica, haciendo comentarios discretos en el cine y lanzando exabruptos en un campo de fútbol. ¿Qué cambia pues? Si el problema fuera el personaje lo normal es que se comportara de forma tan incivilizada en diversos escenarios. Si el problema fuera del deporte en sí lo lógico es que a estas alturas ya se hubiera prohibido dado el fomento de la violencia por el fútbol. Así que ¿dónde está el problema? En lo que como psicólogo me gusta definir en el fútbol como “umbral de intolerancia”. Una pequeña variación de un término más correcto como sería el “umbral de tolerancia”. En concreto hablamos de la cantidad que se considera como nivel mínimo para que algo se estime que existe. Este es el problema, y la realidad, de la llamada cultura del fútbol y el mundo que lo rodea. Lo que vemos y aprendemos del fútbol, hasta el momento, nos ha enseñado, obligado, y nosotros aceptado, a valorar que lo que ocurre en torno a este maravilloso deporte tiene un “umbral de intolerancia” mínimo. Es decir vemos como normal lo que en cualquier situación ajena al fútbol sería motivo de denuncia policial. Asumimos colectivamente y “comprendemos” unas reglas diferentes de las que aceptamos de forma común en el conjunto de la sociedad. ¿Se les ocurre a los padres y madres insultar a la entrada o salida de clase a los profesores en el patio de un colegio? ¿Por qué vemos normal hacerlo a los árbitros? Esta es la clave que nos permitirá hacer frente a la violencia en el deporte, especialmente en el fútbol base y de iniciación donde se producen la inmensa mayoría de estos comportamientos que debemos erradicar. Hasta que no aprendamos a  comportarnos en un campo de fútbol como nos comportamos fuera de su recinto no se solucionará la violencia en el fútbol. Hasta que no hagamos cumplir las normas sociales dentro del fútbol tal y como las desarrollamos fuera seguiremos dando apariencia de normalidad a lo que es antisocial. Y no es tan difícil. ¿Alguien pensaba hace unos años que íbamos a aceptar un cambio social tan radical como el que implicó cambiar nuestra educación para no fumar en bares, recintos cerrados o patios de colegio? Si hay voluntad, legislación y capacidad de decisión será posible. No me voy a extender en multitud de medidas que se deben y pueden tomar al respecto. La primera desde luego pasa por parar los partidos. Pero hay muchas más y también en positivo. Pero de eso ya tendremos tiempo de hablar. Esta es una parte, pequeña pero importante, del esfuerzo y el trabajo que debemos desarrollar quienes nos dedicamos desde la psicología deportiva a trabajar con los niños y sus familias en el mundo del fútbol. Es una pena que se acuerden de nosotros como profesionales para hablar y analizar “sucesos” que entran más en el terreno de la delincuencia que en la psicología. Pero desde luego una sociedad que no es capaz de fijar unas reglas comunes de comportamiento sin duda está social y psicológicamente enferma. Los psicólogos trabajamos con equipos, con entrenadores y deportistas porque sabemos que la psicología deportiva es una disciplina que ayuda a crecer y a mejorar a los futbolistas y sus equipos. Trabajamos de la mano de las familias y los clubes porque en el césped podemos ver, analizar y corregir comportamientos que no es fácil percibir en casa, en la calle o en el colegio. Y lo contrario. También sabemos que un buen entrenamiento mental puede mejorar un buen entrenamiento futbolístico. Somos conscientes de que tras una lesión una buena actuación psicológica va a ayudar a superar ese temor al reencuentro con las patadas. Se nos trasladan conflictos entre niños en vestuarios, de padres y madres con entrenadores, con otros padres y madres y el cuerpo técnico y directivo del club. Acabamos siendo mediadores en la resolución de conflictos… Eso sí, somos titulados superiores y profesionales colegiados. No meros aficionados del “coach”. Nuestro trabajo cuesta dinero. Pero de la misma forma que los clubes cuentan desde hace años con la ayuda de la fisioterapia, hoy ya saben que contar con un servicio de psicología deportiva no es un gasto sino una inversión en quien tiene más futuro, nuestros pequeños futbolistas.

Gracias a eso Fulgencio no irá al fútbol para toser absurdamente en el descanso. Tampoco comentará entre susurros cinéfilos los desafortunados cambios del entrenador a su vecino de grada que le tomaría por loco. Es más, gritará, aplaudirá y por supuesto silbará y expresará su disconformidad. Porque se puede ser a la vez educadamente pasional y racionalmente emotivo. Así en pleno éxtasis futbolístico veremos a Fulgencio, lleno de emoción, animando y cantando en el estadio junto a su hijo con la misma vitalidad de Ryan Gosling en “La La La Land”.

José Mendi.- Presidente de la Sociedad Aragonesa de Psicología Deportiva (SAPD)

Psicólogo colegiado 290-A